Cuidando del gran árbol
HTML-код
- Опубликовано: 13 апр 2025
- Hace unos años, unos botánicos estaban estudiando una secuoya, el árbol más grande del mundo, que cayó sin motivo aparente. Al estudiarlo, vieron que había sido carcomido desde dentro por una plaga de pequeños insectos desde hacía décadas, provocando así la caída del árbol que, en apariencia, estaba sano.
Esta historia recuerda a la caída de Nabucodonosor, que en el capítulo 4 de Daniel soñó con un árbol que acogía y daba cobijo a todos bajo sus frondosas ramas, pero que fue cortado y encadenado por decreto divino. La interpretación del sueño dada por Daniel fue que Nabucodonosor mismo era ese árbol, que gobernaba con poder sobre su reino, y que sería despojado de su poder por su soberbia si no reconocía que su grandeza venía de lo alto y hacía el bien a los más desfavorecidos.
Esta profecía se cumplió, y esta idea se refuerza numerosas veces a lo largo de la Biblia: Dios hace frente a los orgullosos y concede su favor a los humildes. El orgullo es un pecado que Dios rechaza porque no le permite hacer su obra en nosotros. El orgullo es todo lo contrario al amor, porque el amor es desinteresado y el orgullo sólo nos enfoca en nosotros mismos.
El orgullo es como ese insecto que carcome nuestra vida desde dentro y es tan sutil que nos destruye poco a poco, y para cuando caemos, ni nos hemos dado cuenta de cuándo llegamos hasta allí. Por eso la Palabra de Dios nos advierte "si alguno presume de mantenerse firme, esté alerta, no sea que caiga".
Abandonemos los asuntos que no edifican y pongamos los ojos en los asuntos de nuestro padre, reflexionemos sobre el estado de la iglesia y centrémonos en lo importante: en nuestra misión y en nuestra visión. Guarda tu vida de los malos consejos y de las conversaciones que no le glorifican a él para que no seamos corrompidos y echados a perder.